sábado, 17 de octubre de 2009

Anécdota sobre un proceso de aprendizaje.


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Acordes como objetos geométricos es un punto de perspectiva de la armonía que nace del propio modelo de clasificación de “las especies”. Entonces en esta dirección tenemos objetos de “encaje tridimensional” y otros. Esos otros objetos armónicos son los que fuerzan a reformular la teoría de la armonía musical clásica ya que no coinciden con una descripción uniforme o cohesionada y por eso la necesidad de nombrarlos de dos o más maneras distintas.
En lo personal, entiendo al lenguaje armónico en la música como una elaboración que inventa su equilibrio a partir de la complementación de sus opuestos, y que estos objetos se dan como elementos que se formulan desde lo más sencillo hasta descripciones complejas que se salen del propio marco “tridimensional”.
En este marco de tres dimensiones encaja perfectamente la teoría de funciones dentro de una tonalidad con el paradigma implícito de “tensión-reposo” como pauta que desencadena una secuencia armónica cualquiera.
Objetos como los acordes neutros construidos por superposición de cuartas o quintas o acordes disminuidos o los objetos armónicos derivados de la teoría de superposición de acordes ya implican otro modelo geométrico como marco referencial y ahí es cuando necesitamos adentrarnos en una concepción distinta de representación de estructuras.
El desarrollo lógico de los objetos derivados de la geometría fractal es trasladable como analogía al mundo de los acordes en la música y de este desarrollo la idea de que lo más complejo nace de lo más sencillo y también que hay “infinitos vínculos” entre un espacio y el otro. Pero la cuestión no es uniformizar las pautas que hacen a los procedimientos armónicos con raíces culturales, históricas, conscientes, inconscientes, profundas o especulativas para dar con una fórmula de “composición musical” impersonalizada en desde un criterio matemático, sino justamente utilizar esquemas geométricos como lentes desde donde analizar a los distintos elementos que hacen al lenguaje de la armonía musical e incluso a la música que carece de armonía como sustrato de su lenguaje, cosa que no necesariamente le va a quitar mérito artístico o expresivo.
Entonces si desde el mundo de nuestras sensaciones la armonía en la música elabora un universo completo de subjetividades desde el lente de la geometría contemporánea produce objetos posibles de identificar y por lo tanto de “alfabetizar” de distintas maneras para así construir un “universo lógico alternativo” con leyes y pautas físicas que no necesariamente son las más recurrentes o conocidas por la sensibilidad del “gran público” o las habitualmente más oídas en nuestra cultura , y de ahí que en el desarrollo coherente de este asunto es donde se hace posible plasmar sonoridades que se abren como texturas y mixturas caminos nuevos.
(Nota: la palabra mixtura fue utilizada en la música contemporánea y se refiere a un modelo de construcción de acordes distinto al usualmente usado por superposición de terceras).


M.J.

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